"¿Qué te gustaría hacer después del Banco?" me preguntaba un amigo mientras comíamos. Miré a mi alrededor, a toda esa gente de todos los colores, hablando en idiomas que ni comprendo. Me gustan especialmente los trajes de las mujeres africanas, con esos tejidos de colores llamativos y los gorros que son como un bordado a tanta hermosura. O los turbantes hindúes de los Sikhs, siempre con su venerable barba blanca en punta. No supe responderle.
Me gusta viajar, me gusta trabajar en temas de desarrollo, y me gusta fortalecer el estado, porque es el único camino para maximizar la justicia social y garantizar oportunidades a los débiles. Esas son las únicas certezas que tengo.
El otro día me acordaba de un buen amigo. Su madre, como la mía, empezó a trabajar desde muy joven, a los 12 años, en una fábrica. Cuando los inspectores del Régimen llegaban a la fábrica, a mi madre la sacaban por una ventana del baño. Todo el año vestía las mismas sandalias de verano, incluso en el frío invierno del Estrecho. Tuvo que saltarse la escuela, a la que sólo acudía para recoger el tubo de leche condensada que daba beneficencia a familias en extrema pobreza. Mi madre, como la de mi amigo, tuvo que auto-aprender luego, a los veinte, a leer por su cuenta, mientras trabajaba.
No sé qué me gustaría hacer cuando termine mi tiempo en el Banco. No tengo ni idea. Pero me gustaría que otras personas tuvieran más oportunidades que las que tuvo mi madre. Es de justicia.
Me gusta viajar, me gusta trabajar en temas de desarrollo, y me gusta fortalecer el estado, porque es el único camino para maximizar la justicia social y garantizar oportunidades a los débiles. Esas son las únicas certezas que tengo.
El otro día me acordaba de un buen amigo. Su madre, como la mía, empezó a trabajar desde muy joven, a los 12 años, en una fábrica. Cuando los inspectores del Régimen llegaban a la fábrica, a mi madre la sacaban por una ventana del baño. Todo el año vestía las mismas sandalias de verano, incluso en el frío invierno del Estrecho. Tuvo que saltarse la escuela, a la que sólo acudía para recoger el tubo de leche condensada que daba beneficencia a familias en extrema pobreza. Mi madre, como la de mi amigo, tuvo que auto-aprender luego, a los veinte, a leer por su cuenta, mientras trabajaba.
No sé qué me gustaría hacer cuando termine mi tiempo en el Banco. No tengo ni idea. Pero me gustaría que otras personas tuvieran más oportunidades que las que tuvo mi madre. Es de justicia.
Labels: DC, Querido Diario, Worldbank
Vaya, que de sorpresas guardas. Que poquito te conozco, niño Álex.
Bravo, me ha gustado mucho el post. Curiosamente, mi madre tambien tuvo una infancia complicada y tambien tuvo que empezar a trabajar a una edad muy temprana, por lo que me siento bastante identificado con lo que cuentas.
Seguro que al final, sabras elegir bien tu camino porque, como dicen por ahi, "la fortuna sonrie a los audaces".
Un abrazo!
Hola Alex:
qué sorpresa: vengo de dejar un par de comentarios a Paco y a MJ, y veo que te han escrito en este estupendo post donde te "desnudas" un poco.
El espíritu que muestras es fenomal, en tiempos en los que la filantropía se lleva tan poco.
Curiosamente, en la boda de uno de mis mejores amigos, conocimos a Pedro Cerdán-Infantes, que deberías tenerle por allí haciendo de las suyas.
Las líneas que has dejado para tu madre son extremecedoras por enternecedoras y, al igual que en caso de Paco, con el que crecí, muchos identificamos a nuestras madres con esos sentimientos durane aquella brutal época. Son todas ellas, (nuestras) heroínas de la vida moderna. Gracias, Alex.
Un abrazo
Recuerdo que hace un par de años cuando comenzaba tu aventura americana te hice una pregunta algo impertinente sobre tus expectativas y me contestaste, amable y preciso, con tus impresiones sobre lo que esperabas para tu vida. Al leer tu último post me parece encontrar un cierto desencanto en el esencial aspecto de lo 'público' frente a lo 'privado'. En ese país parecen sorprender siempre las ideas europeas y a nosotros nos sorprende todavía que ellos no acaben de reconocer de una vez que es el Estado y no el mercado la única garantía real para los más débiles. Y que ambos deben ser fuertes; en lo posible, primero el estado. Suerte.
Gracias MJ, Paco, Rube, JM, por vuestros comentarios. Me alegro de que os haya gustado. Debería desnudarme más a menudo. :)
Ruben, precisamente ayer estuve cenando con Pedro. Es un tipo genial.
Un abrazo para toos,
Alex
Gracias Álex.
yo también pienso lo mismo de
Pedro.
Acabo de cruzar un par de mails con él y ya nos hemos alegrado de descubrir de nuevo lo pequeño que es el mundo: "qué casualidad que tú conozcas ...".
Mucho ánimo con tus proyectos.
los seguiremos desde aquí.
Con ellos nos identificamos muchos de los que te leemos, porque no has encontrado mejor forma de decir que son las decisiones morales las que nos construyen. Ésa es, para mí, la pura esencia de tu post.
Son Kept promises, como las que dejó para siempre dichas Frost:
The woods are lovely, dark and deep.
But I have promises to keep,
And miles to go before I sleep,
And miles to go before I sleep...
Dejamos tantas cosas inacabadas...
Gracias, Álex.